La salud es sólo el principio

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Queríamos compartir con ustedes la historia de una de nuestras pacientes. Hemos cambiado su nombre para proteger su intimidad.

"Rosa" se enteró de la existencia de la Clínica Culmore por el boca a boca y decidió inscribirse tras recibir la noticia de una mamografía irregular. Originaria de Honduras, Rosa es madre soltera de dos hijos y alquila uno de los dos dormitorios de su apartamento a otro adulto para complementar los ingresos que recibe de la limpieza para una empresa promotora de viviendas. Unos 10 días después de inscribirse, Rosa llamó a la clínica quejándose de dolores, fiebre y pérdida del sentido del olfato. El personal de la clínica la citó para la prueba COVID-19 in situ, pero no acudió a la cita. El personal se puso en contacto con Rosa y organizó la prueba para el día siguiente en otro centro a través de la asociación de Culmore Clinic con Neighborhood Health. 

Rosa se opuso indicando que necesitaba ir a trabajar, ya que es el único sostén de la familia. También dijo que se sentía un poco mejor y que tenía un contacto limitado con otras personas en el trabajo que hacía limpiando casas desocupadas. El personal comprendió la difícil situación en la que se encontraba Rosa, pero le explicó que el nuevo coronavirus suele comportarse así y que había sido diagnosticada clínicamente como positiva al virus y debía quedarse en casa.

Rosa accedió a notificar a su supervisor que no podría ir a trabajar al día siguiente para que pudieran hacerle las pruebas y comenzar el aislamiento. El personal de la Clínica Culmore se puso inmediatamente en contacto con el Centro Islámico Dar Al-Hijrah para añadir el hogar de Rosa al programa de entrega de alimentos y se le ofreció apoyo de navegación de servicios para acceder a programas comunitarios que pueden ayudar con la ayuda para el alquiler y otras necesidades apremiantes. En 24 horas, los síntomas de Rosa volvieron a empeorar. La prueba dio negativo -aunque los análisis suelen dar falsos negativos-, pero Rosa siguió aislada otros 10 días. Se le proporcionó un oxímetro de pulso para controlar sus síntomas y recibió controles diarios del personal de la clínica hasta que sus síntomas remitieron. También le dieron guantes y mascarillas para ella y los niños para ayudar a contener la propagación de la enfermedad. Rosa se recuperó y ha vuelto al trabajo, pero sigue bajo el cuidado de la Clínica Culmore mientras afronta otros problemas de salud.

Historias como éstas no sólo hablan de las necesidades médicas de nuestros vecinos, sino de las difíciles decisiones a las que se enfrentan cada día para equilibrar la supervivencia básica con la gestión básica de la salud. Se trata de un dilema para el que Culmore Clinic trabaja en estrecha colaboración con otros socios de la comunidad. Si bien cada socio tiene su propia línea particular de experiencia y servicio crítico, sabemos que la salud general y el bienestar de nuestros pacientes se ven afectados por factores de estrés ambientales más amplios que no podemos resolver solos.